Quizás los extremos son viciosos y pueden resultar útiles en algunas ocasiones, aunque usarlos de manera frecuente puede conducir a problemas. Calificarse de manera extremista y dicotómica resulta ser un verdadero martirio para quien lo padece, puesto que quita la paz interior e incrementa la autoevaluación negativa con una regla en la mano que, frente a cualquier error cometido, trae consigo la “palmada” en la otra.
Querer imponer y pretender imponer al mundo nuestras reglas bajo un pensamiento binario, no deja de ser un comportamiento desadaptativo que conduce casi de manera inmediata al sufrimiento y a la ansiedad. ¡qué pereza estar pendiente de cada paso que doy para luego evaluarlo y calificarlo”! Esto obstaculiza la espontaneidad, la creatividad y el disfrute.
El camino a recorrer bajo un pensamiento dicotómico está plegado de una serie de reglas, “deberías” y “tendrías”, relacionadas consigo mismo, el mundo y el futuro, con el ambiente, la pareja y hasta con el jefe, conduciendo a la crítica destructiva, al menosprecio afectivo y a un falso perfeccionismo ingrato. Si la regla no se cumple “soy malo”, si la regla se cumple “soy bueno”, como si no existieran medios, o como si el mundo sólo fuera de polos ¿te imaginas la vida en medio de dos extremos excluyentes? Seríamos santos o pecadores, fieles o infieles, amigos o enemigos, lindos o feos, calvos o peludos, mejores o peores.
El auto-saboteo, la inflexibilidad y la crueldad se unen para darse la mano y generar estrés, depresión y síntomas insoportables de ansiedad. Además de crear reglas, estas se establecen bajo unos estándares tan altos que son imposibles de cumplir. Por ejemplo, ¿cómo lograr ser fuerte todo el tiempo,? o, ¿ser feliz siempre? En ambos casos, ni siquiera Dios, en medio de su inmensa soledad, podría lograrlo.
No hay que ser adivino para adivinar el terrible vía crucis cuando de caminar por las sendas de tantas autoexigencias se trata. Aparece una lucha interna entre el sentimiento de frustración que se siente y el sentimiento de frustración que no se debería sentir.
¿Qué hacer?
Flexibilizar la regla, aflojar un poco el cordón, encontrar cuidadosamente las excepciones a cada regla, hacer de la vida algo relativo.
De negar los matices y los puntos medios, garantizarás una buena temporada de sufrimiento y dolores de cabeza. “literal”

Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.