Al analizar aquellos momentos en los que nos sentimos exitosos, pronto nos damos cuenta que no son el producto de un sólo momento, sino de un cúmulo de acontecimientos que ocurrieron en el pasado. Como bien decía Steve Jobs “sólo puedes conectar los puntos mirando hacia atrás, no hacia al futuro“. Es cuestión de mirar a través de un espejo retrovisor, ver el camino recorrido y entender por qué estamos parqueados en el semáforo actual. Para bien o para mal, lo vivido cobra sentido hoy.
Adquirir hábitos constituye una acumulación genuina de series de pasos caminados en el tiempo y en lugares coherentes con lo que somos hoy. Para instaurarlos, los comportamientos habituales debieron permanecer fortalecidos con el oxígeno suficiente para llegar a la cima de la montaña a la que pretendimos llegar. Es cierto que al inicio, fueron pasos pequeños como cuando aprendimos a caminar y hoy lo hacemos con total autonomía.
Inspirados en el libro de James Clear, Hábitos Atómicos, qué tal si analizamos algunos aspectos importantes que nos permita establecer hábitos apropiados para nuestro bienestar mental, físico y emocional. Iniciemos descifrando un aspecto que va en contra de lo establecido en el colegio, en el trabajo y por la sociedad: tener presente siempre las metas como clave fundamental para el éxito que, a la luz del autor, nos damos cuenta que no es así.
Centrarse en las metas es ponerse límites, es dejar de lado el disfrute del proceso, es pensar a corto plazo, es asustarse e inundarse de ansiedades que no permiten vivir a plenitud. Es como si en un encuentro deportivo estuvieras pendiente sólo del marcador, o en un concierto dedicarse a escuchar un solo instrumento. Es cuestión de imaginar una clase de baile y centrarse en un solo paso, dejando de lado el ritmo y el ambiente. Darle la mayor importancia a las metas trae consigo varios asuntos a evaluar:
- Es que tanto los individuos que ganan como los que pierden comparten las mismas metas. Lo que indica que ellas no constituyen un punto diferenciador. Equivocadamente la idea que nos hacemos es que, quienes ganaron, se plantearon metas bastante ambiciosas y por eso lograron el triunfo, y ¿los que perdieron?. Con seguridad pasó con los equipos que disputaron la final del mundial de futbol del 2022. Ambos tenían la misma meta: ser campeones. La realidad es que sólo uno, Argentina, quedó campeón, y entonces ¿qué le pasó a Francia? De seguro implementaron una serie de estrategias que no les permitió llegar a donde querían.
- Los logros de metas planteadas refieren felicidades momentáneas, pasajeras y de corto plazo. Sacar buenas calificaciones en la escuela es un momento feliz y corto, como también lo es disfrutar de la cocina limpia con la loza organizada, y la sensación de llenura después de comer. Resultados que duran sólo un momento. De ahí que, cuando buscamos resolver problemas a partir de metas, estas sólo se resuelven de manera momentánea.
- Las metas procrastinan la alegría de la propia existencia. Es como vivir en el futuro porque ese momento de felicidad “algún día llegará”. “Mientras esperas vivir, la vida pasa” decía Séneca. Sucede en los finales de cada año: establecer metas para el siguiente, postergando una felicidad que llegará sólo cuando la meta se cumpla, como si ser feliz estuviera en el más allá, en el espacio virtual que se visualiza. James Clear lo expresa de la siguiente manera “(…) la felicidad era algo que mi yo del futuro disfrutaría”. Por otro lado, se aprende a juzgar de manera categórica y dicotómica: si alcanzas la meta, serás exitoso; si fallas, serás un fracaso. Asunto que genera presión porque nadie quiere ocupar el lugar de fracasado. Lo cierto es que amar el proceso más que el producto final, nos ayude a sentirnos mejor por la satisfacción de lo que se hace en el presente.
- Privilegiar las metas es desmotivante, puesto que se pasa a un desánimo intenso después de lograrlas, tal como sucede cuando se consigue el peso ideal: el organismo tiene memoria y volverá a engordar de no seguir el ritmo de la actividad física. Es como si te obligaras a ser ganador por el momento y desafortunado para el después. Como si vivieras un placer para lamentarlo posteriormente.
Olvida las metas y concéntrate en el proceso. Esto le da más sentido a tu existencia

Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.