Los consultorios de los psicólogos clínicos y de terapistas de pareja están llenos de quejas, lágrimas y reconciliaciones impulsivas. Todo ello, producto de conflictos que se han convertido en un problema de salud pública, junto con los sentimientos de culpa después de una ruptura.
Y es que el amor en pareja puede terminar siendo peligroso para la salud mental de las personas cuando ha sido contrario a la ilusión de permanencia de algunos y a la promesa de amor eterno de otros.
Algunas creencias populares se mezclan con mitos y pensamientos mágicos imposibles de cumplir, bajo una exigencia de que las parejas funcionan de una manera perfecta. Eso de que las “parejas se funden en un solo ser” o que “tienes que hacer feliz a tu pareja” termina siendo utópico como lo son otras tantas que la cultura y la sociedad predican.
No obstante, no es lo único cierto en los conflictos de dos. Juega un papel muy importante los estilos de personalidad que van alineados con los estilos afectivos, es decir, aquello característico a la hora de dar y recibir amor, pues es algo que permanece y diferencia los seres humanos, y con lo que se logra dar respuesta parcial a algunos interrogantes como ¿por qué las personas insisten es estar en relaciones tormentosas?, ¿por qué la resignación a relaciones dolorosas?, ¿por qué seguir en una relación insatisfecha?
Una relación de pareja es aquella en la que ambos se encuentran satisfechos, pueden realizar sus proyectos de vida y son respetados sus derechos: ambos. Sin embargo, no todas las propuestas afectivas son convenientes para nuestro bienestar, pues algunas maneras de amar son realmente insoportables y agoradoras con vínculos contraindicados para la tranquilidad de los seres humanos. Por ejemplo, ¿cómo emprender una relación con alguien que se cree exageradamente especial y su amor no le alcanza sino para sí mismo?, ¿cómo establecer relaciones con esa persona hostigante que quiere adueñarse de ti y de tu manera de respirar o con quien no es capaz de dejar su amante para estar contigo?
Los interrogantes describen el amor desconfiado, el amor narcisista, el amor perfeccionista y el amor indiferente.
Con una pareja paranoica estarás siempre en la lista de los sospechosos porque siempre serás culpable hasta que le demuestres lo contrario. Siempre al filo de la navaja y bajo un peligro inminente que te somete de manera incierta, a un interrogatorio sin el beneficio de la duda. Sus creencias van en contravía de cualquier relación adaptativa, pues le resulta difícil entregar y recibir amor. Sus dudas se fundamentan en ideas como “si le demuestro amor, se aprovechará de mí” y la necesidad de vigilar porque piensa es lo “único” que lo puede salvar de ser engañado. Su personalidad describe rasgos de hipervigilancia con comportamientos típicos como revisar el celular, solicitar claves de acceso a internet y redes sociales, revisión de ingresos y movimientos económicos, además que el pasado te condena porque muestra excelente memoria ante historias que se le han contado coherentes con relaciones anteriores.
Con una pareja Narcisa, sus propuestas estarán orientadas a actitudes básicas como que sus necesidades son más importantes que las tuyas, a la prohibición de una crítica ante su actuar y la suerte con la que cuentas al encontrarte una pareja como “ella”. En cuanto a las formas de reconocerlo, existen comportamientos propios de un estilo que le es imposible de esconder. Esto es, da muestras de poder, aristocracia y elegancia. Se muestra atento cuando le hablas, aunque está imbuido en su propio discurso interno donde el héroe es él. Las conversaciones las dirige y orienta hacia sus propios logros y no se le podrá criticar ni contradecir porque evidenciará su incomodidad. Jamás dirá “no sé” y endulzará los oídos a los que tiene alrededor diciéndoles lo que desean escuchar. En fin, es permitirle que hable siempre de sí mismo, cuando más te surgen las ganas de hablar de ti.
Como diría Mario Benedetti, la perfección es una pulida colección de errores y quien ofrece un amor perfeccionista de pareja no es la excepción. A la final te anula bajo un control absoluto e inflexible. Su amor es tan escrupuloso como sus besos y abrazos porque deben ser muy bien ejecutados, en el espacio y tiempo preciso. Te someterá a un manual de convivencia bajo sus propias reglas convenciendo a la humanidad que es la “mejor” forma de vivir que existe y, al mínimo error, estará atento a señalarlo. Suelen ser tacaños y malos para sentir placer de manera espontánea, pues siguen pensando que hasta una erección debe ser programada. No aceptan la improvisación y menos aún, que las cosas no estén en “su sitio”. La incomodidad en una relación con un obsesivo-perfeccionista es lo más cercano a una pesadilla de un amor rígido y meticuloso.
Dicen que lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia. Una pareja distante es lo más cercano a un robot. Esto es, desvinculado, sin seducción ni acompañamiento en lo más mínimo. Son los típicos analfabetos en el manejo y expresión del afecto, ermitaños por naturaleza que adoptan la soltería como forma de vida. Sus respuestas emocionales tienden a ser planas y carentes de una amplia expresión, nunca toman la iniciativa y padecen de una pobre historia afectiva de amigos y antiguas parejas. Su frialdad es impenetrable que arrastra hasta desaparecer a cualquiera en el tiempo.

Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.
Creo que ahí hay una especie de simbiosis pero tóxica: dependiente encaja con narcisista. Por eso el dependiente se siente cómodo con el daño, porque está tan confundido que cree que jugar con los juguetes que el narciso quiera, es lo correcto y es lo único que va a conocer dentro de esa relación y está bien porque hay una estima destruida. Por el lado del narciso, necesita al dependiente porque necesita más juguetes.
Convivir con un narciso es como vivir en un museo arqueológico y escuchar enemil veces al guía hablar de las proezas relacionadas con los escombros exhibidos.
El sufrimiento de un dependiente se basa en la queja, porque no puede salir de ahí.
Me alegra cuando finalmente el afectado puede salir del museo.