Faltan 5 pa´ las 12, el año va a terminar

Encerrarse el 31 de diciembre y buscar dormir mientras que el mundo celebra es de por sí, una forma de llamar la atención enmarcada en un comportamiento atípico y contrario al esperable, en una cultura que se funde en un coctel de sentimientos.

Quizás por pastillas sí, que podrían ayudar a conciliar el sueño, pero el cerebro no estaría en disposición para dormir, puesto que está a la expectativa de cómo la estarán pasando las personas que quiero y no quiero, y de cómo la estaría pasando en caso de decidir algo diferente a acostarme. Además del impacto que pueda lograr en quienes conocen la paupérrima decisión de fundirme con la cobija y la almohada desde las 9 de la noche.

En el lecho, mientras no se concilia el sueño, el fenómeno de rumiación mental activa esquemas de abandono y baja autoestima, que dispara emociones de tristeza, desolación y depresión. Con ello, aparece el llanto, la mala cara y la taquicardia ¡quién duerme así! cuando se supone que el sueño debe ser relajante y reparador.

… faltan 5 pa´ las 12, el año va a terminar. La gente se abraza, grita, celebra con alegría por la vida que se va con el año viejo y la esperanza quizás que llega con el nuevo . Es un asunto de motivación, de esperanza y de merecimiento porque consideran que se lo merecen. Es un aporte a que las cosas puedan ser mejores, a pensar que hay algo más que se pueda hacer para que lo negativo no se repita, y lo positivo brille en el período que comienza.

Acostarse a dormir no cambia absolutamente nada, aunque si se padece amargura con garantía de guayabo al día siguiente. Es como un auto-castigo y flagelación bajo una falsa ilusión de sacrificio donde predomina el sufrimiento que desgasta, enferma y tensiona. Se trata de un episodio que se escribe en la historia personal que no se olvidará jamás, y sin recompensa alguna. Ni siquiera, se reconocerá como sacrificio para ir al cielo.

Es cuestión de decisión: comparto y agradezco el suspiro de vida que tengo o, me subsumo en un sótano oscuro lleno de lamentaciones sin sentido. Sea lo que sea, la realidad no cambiará, pero si podrás decidir cómo te quieres sentir.

Nadie te agradecerá el sacrificio, o el capricho, porque estarán ocupados disfrutando la llegada del nuevo año.

Feliz año…

Omar Amador

Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.