Comúnmente se piensa que la salud mental es un estado definitorio al cual se llega como se llega a una estación de tren y no es así. Realmente es un asunto que está en constante construcción y cambio, tal como sucede con la salud del cuerpo que diariamente perseguimos para evitar enfermarnos. La salud mental tiene un componente subjetivo muy importante en el cual es el propio sujeto quien lo determina, puesto que, hasta con depresión, las personas dicen sentirse cómodas.
Tiene que ver con la armonía propia de quien se relaciona consigo mismo y su cultura, de la manera cómo afronta las demandas que la vida le trae, junto con la elección de aquellos problemas que decide enfrentar. Aunque también es cierto que, existen factores que pueden alterar, de manera episódica, dicha armonía. Por ejemplo, pasar muchas horas conectado a las redes sociales apunta a sensaciones de desconexión del mundo real y al aislamiento del mismo.
De acuerdo a distintos reportes, son aproximadamente 10 horas diarias las que pasa un colombiano frente a la pantalla, consumiendo información de Youtube, Facebook, estados de WhatsApp, Instagram y TikTok. Mucha de esta refuerza el narcisismo de algunos personajes que muestran su ostentoso nivel de vida, sus logros, sus éxitos, que inevitablemente despiertan el deseo de quienes les miran.
Si bien las comparaciones son necias, también son necesarias, puesto que siempre ponemos un punto de referencia para ubicarnos en el lugar donde estamos. A veces el aterrizaje golpea tan fuerte, que aparece la frustración, la ansiedad de ser igual o mejor al personaje de la pantalla, la desesperanza alimentada de la idea que no se logrará y, en el peor de los casos, las ideas de muerte por mano propia por lo inaguantable que resulta.
Vincularse a las redes sociales es salir del anonimato, perder privacidad y seguridad del propio espacio, lo que pone al sujeto en el ojo de quien lo ve y que de seguro, dará su calificativo y opinión. Lo problemático resulta ser, cuando esta no me gusta o me parece deplorable e injusta. Entonces, aparece la necesidad de defensa que genera violencia de ida y vuelta. Realmente soportar las críticas no es una tarea fácil y más complejo aún, cuando tengo pocos años en medio de la adolescencia.
Los expertos lo llaman ciberacoso o ciberbullying a este fenómeno en el que alguien se siente atacado a través de burlas y comentarios peyorativos debido a comportamientos en línea, videos o fotografías subidas a las redes. A veces es tan insoportable la crítica, que la falta de control desespera, deprime y enloquece. No falta el amigo ingrato que diga, que consumiendo un psicoactivo, se sentirá “mejor”. La medicina peor que la enfermedad.
También se ha demostrado que la percepción de la propia imagen corporal se puede ver alterada ocasionando un impacto negativo sobre la autoestima. Algunas investigaciones arrojan que 9 de cada 10 adolescentes consumidores de contenido en redes sociales, están deprimidos por inconformidad con alguna parte de su cuerpo. Expresaron con urgencia su anhelo de cambiar su apariencia física por ser opuesta a algún personaje visto en redes.
¿Qué hacer para contrarrestar los efectos negativos del consumo de redes sociales en la salud mental?
Uno, tome consciencia del tiempo que pasa en las redes y el tipo de contenido que consume. La sola posición del cuerpo frente al celular, hace que el cerebro interprete que hay problemas.
Dos, tal como sucede con la alimentación, establezca una dieta y elija contenido que contribuya a su crecimiento personal y profesional. Algunos canales son muy interesantes para esto.
Tres, ponga una alarma para que le avise que el tiempo de ver redes sociales ha terminado. Con el sueño pasa igual cuando, a pesar de querer seguir durmiendo, sabemos que nos tenemos que levantar para cumplir con los compromisos pendientes. Se llama fuerza de voluntad.
Finalmente, tenga en cuenta que conversar en vivo y en directo tiene su atractivo. En la mayoría de ocasiones, resulta más placentero hablarle a alguien que te mira a los ojos y te sonríe.
Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.