Son los celos de amor

Decir que no se padece de celos en la relación de pareja es renunciar a la verdadera autenticidad humana. Es como negar un lunar o tratar de invisibilizar la piloerección en medio del frío. Los celos son un sentimiento inevitablemente ligado al amor, no una condición y mucho menos algo que nos defina. Algo de lo que sólo los amantes son testigos.

Es que el temor a perder a nuestro ser amado es algo que invade el cuerpo, la mente y la vida entera. Es un terreno movedizo que nos hace desconfiar de cada paso dado y de cada persona que intenta ayudar. Esto es, angustia traducida en una emoción que cuesta mucho reconocer y confesar: los celos, que parecen ser un componente picante e inmutablemente ligado al sentimiento amoroso, y que nos hace ser dramáticos y violentos, con los ojos nublados a una realidad externa y al amparo de su mejor aliada, la sospecha.

Si bien los celos se traducen en angustia, es válido especificar que se dan, exclusivamente, en el escenario amoroso, puesto que esperamos del otro un amor exclusivo, ilimitado, constante y eterno. Amor y angustia, una relación bastante curiosa que no es de ahora cuando se está enamorado. Es algo que viene de hace mucho tiempo atrás y que nos hace pensar que hacen parte de una evolución funcional.

Desde pequeños hemos necesitado del amor para poder crecer. Evolucionamos y nos desarrollamos con base en el amor de los demás y sin lo cual, no podríamos ser lo que somos. Entonces, si nuestro crecimiento psicológico y emocional está ligado al amor recibido, es funcional también que nos acompañe el temor a perderlo. Sentir que podemos perder el amor, es una señal similar a cuando se está en peligro y que nos impulsa a actuar. Podríamos decir que es, en todo su esplendor, el temor de perder la compañía que tanto amo.

No se trata sólo de infidelidad sexual lo que despierta la celotipia, sino de visualizar al otro como un incómodo rival que despliega sus feromonas y pone en jaque el elemento erótico como elemento fundamental para llamar la atención de mi pareja. En el instante mismo en que percibimos la desviación atencional de nuestra persona amada, nos invade la sensación inmediata de una traición total. Es ahí cuando se activa el esquema de abandono, que nos recuerda lo vulnerable que somos en medio de la soledad. Aunque también es cierto que los celos pueden ser también una expresión de deseo de ser el centro de atención en el mundo de alguien.

Es como si estuviera enmarcada la necesidad de vivir el amor con angustia, con incertidumbre, con riesgos para que realmente valga la pena. De ahí que la seguridad y el amor no conviven de la mejor manera, puesto que quien cae preso de los celos, concluye que la vida no tiene sentido sin el ser amado. El sentido es el sufrimiento.

Si suena tan normal y humano sentir celos, entonces ¿por qué se ocultan? En medio de los celos, la persona sufre intensamente porque se siente celosa, porque se culpa de serlo, porque teme causar daño al otro y por ser agresiva, excluida y vulgar en sus reacciones.

Sentir celos es normal cuando se construyen las relaciones amorosas bajo la ilusión de eternidad y un acto de fe que nos convence que seremos amados hasta que la muerte nos separe. Los celos nos provee el camino a una visión más cercana a la realidad que nos enfrenta a la posibilidad de la pérdida, no como algo remoto, sino como algo cercano e inevitable en toda relación amorosa.

Quizás los celos nos hace repensar el amor y recomenzar la relación amorosa en otra fase que desconocemos.

Omar Amador

Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.