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El valor de las cosas simples

Se trata de descubrir la alegría de vivir en las cosas simples de lo cotidiano, que por ser cotidianas, se nos olvidan que existen y pasan desapercibidas. En alguna de sus alocuciones, el papa Francisco decía “esta vida se va a ir rápido, no pelee con la gente, disfrute de paseos, conozca nuevos lugares y utilice la nueva vajilla. No economice su perfume favorito, gaste sus tenis favoritos y repita su ropa favorita. Los seres humanos piensan que no se hizo para completarlo aquí, y es aquí donde está la oportunidad de aprendizaje”.

Descubrir la alegría de vivir está en la dicha de no sufrir. La filosofía de Epicuro de Samos orienta a pensar que “la verdadera felicidad está en el no sufrimiento”. En no olvidar que estoy libre de todo aquello que puedo padecer. Esto es, una enfermedad grave, un padecimiento terminal o un conflicto de aquellos en los que no hay solución. Se trata de un ejercicio mental de autorreconocimiento y comparación que permite visualizar el estado en el que me encuentro y lo peor en lo que podría estar. El resultado, debe conducir a la alegría por el solo hecho de estar bien.

El ejercicio comienza desde que nos levantamos. Si al abrir los ojos notas que no estás mal, debe ser lo suficientemente valioso para vivir la alegría de amanecer. Y si quisieras profundizar, es cuestión de tomar conciencia que el despertar es un milagro porque, mientras duermes, te mueres. Durante el sueño ocurre una desconexión cerebral contraria a la vigilia y, reconocer por la mañana tu propio ser y lo existente a tu alrededor, es milagroso. Es regocijarse cada mañana en la dicha de estar sanos y salvos.

Llegar a casa después de un día laboral es algo valioso, abrazar a tu familia, el movimiento de cola de los perrunos, saludar al portero, la mirada de los gatos y poder respirar por tu propia cuenta, son episodios que cobran valor. Hay personas que no tienen estas “pequeñeces” y la vida se les hace difícil, aunque para todos salga el sol. La ropa cómoda, la pijama de siempre, el jeans desgastado y las medias que usas para no pelarse los pies mientras caminas, son detalles que valen oro…..

El amor que nos profesamos determina cómo nos sentimos. Se trata del amor propio y no el que anhelamos con base sólo en lo que logramos, o en la belleza que nos predican aquellos que nos ven. Menos aún, en la aprobación de los demás, puesto que ni Dios ha logrado caerle bien a todo el mundo. Tampoco en el afán de encontrar estabilidad en la relación de pareja, que es donde menos estabilidad hay. Y ni hablar del dinero, con el que se sigue pensando que el éxito está en la cuenta bancaria y el número de ceros.

El amor propio empieza por escucharse y dejar de criticarse. Por analizar que los días tristes no existen porque la tristeza sólo habita en ti. Que el verdadero matrimonio es consigo mismo puesto que estaremos juntos hasta la muerte nos separe, y que el mejor viaje será en tu compañía porque deberás llevarte a todas partes. Darte premios y felicitarte es un acto que no debemos olvidar. Crear el estilo propio de belleza nos permitirá apreciar nuestro cuerpo, al fin y al cabo, lo bello siempre será subjetivo.

El amor empieza por casa y sólo es posible dar de lo que tengo … a veces se precisa cambiar nuestra manera de pensar sobre nosotros mismos para que así cambie la idea que tenemos del mundo que nos rodea.

El valor de las cosas simples ….

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