Tal como lo decía Aristóteles “ya hemos examinado la imaginación en el tratado sobre el alma, y allí hemos llegado a la conclusión de que todo pensamiento es imposible sin una imagen”, lo que nos permite decir que mientras pensamos, manipulamos ideas cargadas de mucha información. El trabajo de nuestra mente es simplificarla, armar compilaciones, categorías de objetos, personas y situaciones que comparten similitudes entre sí, y que nombramos a base de conceptos.
El poder de la mente es evidente a través de los más de 90 mil pensamientos diarios, varios pensamientos por segundo a una velocidad sorprendente ¿de dónde me apago?
Ahora bien, pensaría uno que la dificultad está en que son demasiados pensamientos y que abundan como grillos en la cabeza, cada uno haciendo un ruido diferente que enloquece a cualquiera, pero no es así. Los pensamientos siguen una tendencia natural caótica y desordenada y no queda más que enseñarle a la mente a organizarlos y estructurarlos de manera un poco más ordenada.
Descubro que no es la abundancia de pensamientos exclusiva de mi mente, al final todos hacemos lo mismo, sino la debilidad de la atención y la falta de educación para enfocarnos. Es como si la atención fuera un animal salvaje al que nunca se le ha domesticado, insertada en un cuerpo domesticado que está de un lado para otro, dejándose llevar por cada idea o pensamiento viejo o nuevo que surge, patrocinada por una sociedad que promueve la dispersión y no la concentración.
Sólo imagine la cantidad de pensamientos que pasan por su cabeza, y la atención atendiendo a todos al mismo tiempo. Esto genera tormenta mental, jaquecas, inflamación en el cuerpo, desgaste físico y problemas de sueño. Es como si fuera un músculo que nunca se ha fortalecido y de forma floja, va de pensamiento en pensamiento ¡qué cansancio! La atención es la loca de la mente cuando se va detrás de cualquier idea, sin saber para dónde va, saltando de lado a lado, de pensamiento en pensamiento. Vive estresada e inquieta, se enferma y nos enferma y nos acostumbramos tanto a ello, que concluimos por ratos que somos así.
La atención descontrolada genera pensamientos descontrolados que le avisan al organismo que está en peligro. Inmediatamente se activa una respuesta en el sistema nervioso de lucha o huida y todo el organismo se prepara para hacerle frente a la urgencia: las pupilas se dilatan, los músculos se agrandan, el flujo sanguíneo aumenta y el cerebro grita que está ocurriendo una conmoción interna. Más de mil respuestas físicas se activan al mismo tiempo para hacerle frente a esto. Ahora, imagínense que esto ocurra la mayor parte del tiempo cuando la mayor parte del tiempo prestamos atención descontrolada al descontrol de nuestros pensamientos ¡se enferma cualquiera!
Lo adoptamos tanto en la vida cotidiana, que continuamente pensamos que estamos amenazados (algunos lo llaman ansiedad o preocupación), nos debilita (le dicen depresión), nos angustia y nos volvemos reactivos (le llaman miedo) lo que se convierte en un problema generalizado del que no encontramos salida. ¿y cómo encontrarlo si no está afuera, sino adentro?
La loca no es la mente, sino la atención descontrolada y debilitada que nos conduce a pararle bolas a todo ….
Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.
Una reflexión oportuna y pertinente.
Este Documento es gran importancia , ya que es lo que muchas veces los seres humanos cometemos .
Yo…. Pienso y pienso y no descanso!