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La preocupación, una trampa mental

Un alto número de pacientes que llegan a consulta psicológica refieren una queja común: la preocupación por diversas causas que los aflige permanentemente. A veces, por la posibilidad de padecer un ataque de pánico; por la creencia de padecer una enfermedad física grave; por el rendimiento académico; por amenaza de pérdida de empleo; por dudas en la relación de pareja; o en otras, porque la vida es dura y se debe estar alerta por si algo malo pasa.

Parece ser que la preocupación se ha convertido en un elemento esencial de la canasta vital en las personas, de nuestras vidas. Hasta el punto que, sin ella no se puede vivir, pues no preocuparse por “algo” es preocupante. Y es que esto ha sido de siempre, puesto que desde pequeños nos han enseñado que las personas excesivamente responsables viven preocupadas, de igual manera, que las irresponsables nunca se preocupan por nada.  La creencia distorsionada es que …

“quien se preocupa está haciendo algo efectivo para solucionar futuros problemas”

… una especie de pensamiento mágico consistente en que, si me preocupo lo suficiente, aquello que tanto temo no sucederá. Como si preocupación fuera sinónimo de solución, de eliminación de problemas.

No obstante, es también cierto que la preocupación tiene una función adaptativa de alerta y anticipación ante situaciones amenazantes, y ayuda a preparar al organismo para hacer frente a una eventual amenaza o peligro. Pensaría uno que lo induce a actuar de manera inmediata, pero no es así. Provoca inmovilidad y sufrimiento, conduce a la persona a un círculo vicioso de queja y padecimiento, de reniegos y lamentaciones. Entonces, quedarse ahí, en ella, en la preocupación, puede ser algo patológico.  

La preocupación nunca soluciona nada, además, nos roba la vida. Muchas de las cosas que nos preocupaban hace un par de días atrás, jamás sucedieron. Algunos expertos sugieren que la mejor forma de combatirla es no tomarse las cosas tan en serio, puesto que nadie se las toma tan en serio como tú. Otros aspectos psicológicos que también pueden ayudar son:

Tenga en cuenta que la preocupación es una forma típica de prolongar una sensación de malestar a través del pensamiento. Recuerde que cuando nos preocupamos, nuestra mente crea una sensación de incertidumbre e incontrolabilidad.

No olvide que la preocupación es una trampa mental porque cuando nos preocupamos, nuestra mente crea una situación de indefensión. En la realidad jamás viviríamos una situación catastrófica tal y como la hemos imaginado. Por dramática que sea, no es tan amenazante y tan desbordante como la creamos. Sólo la mente crea esa trampa terriblemente perfecta.

La preocupación resulta ser una emoción que no es primaria, ni siquiera secundaria. Mas bien es una emoción artificial, nada natural. Sufrimos más por lo que pensamos que por lo que en realidad sucede.

La función real de la preocupación es incrementar el sufrimiento emocional provocado por nuestros pensamientos. Sin analizamos estos, la disminuimos a ella.

2 comentarios en “La preocupación, una trampa mental”

  1. William montoya Sierra

    Hola
    Es bien interesante contrastar que aquello que creemos saber, no es tan verdad, y otros han pensado y siguen pensando y cuestionando aquello que está.
    Gracias

    1. Es cierto. En todo caso, parece que cada cuestionamiento parte de lo que creemos saber. No habría otra forma de hacerlo. Creo que la mayor verdad es la nuestra, la que creemos que es.

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