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Los hombres jamás lloran

Dicen que las mujeres expresan más que los hombres. Que el hombre es frío y la mujer sensible. Que los hombres no se enamoran y las mujeres sí. Que si los hombres expresan lo que sienten, se ven débiles. ¿De dónde sale todo esto?

Lo cierto es que se ha podido establecer una serie de diferencias en el sistema de comunicación entre mujeres y hombres. Desde pequeñas y, jugando a la cocinita, se notaba que mientras avanzaba el juego, conversaban, se reían y hasta discutían. Generalmente una de ellas hacía las veces de mamá, y la otra de hija. En el otro escenario, el pequeño juega con la volqueta simulando el ruido del motor forzado, y conduciendo con una de sus manos para un lado y para otro.

En medio del equilibrio que exige la bicicleta o la patineta, por momentos la gravedad hacía su jugada, y la caída sorpresiva despertaba un lamento de dolor y confusión. A ella, la niña, le consolaban con palabras de comprensión y del sana que sana que ya pasará. A él, el niño, la sentencia era de que “los hombres no lloran, los hombres son valientes”.

De jóvenes, e inspirados en películas como La Cenicienta, el poderoso príncipe va al rescate de la pobre que llora desconsolada por el maltrato de su madrastra. Él, para ser aceptado, debe ser seguro de sí mismo, exitoso, autoritario y un “buen partido”.

En la medida que avanza el tiempo, las experiencias nos van moldeando de una forma tal, que en muchas ocasiones actuamos en automático. Poco nos detenemos a pensar en nuestras emociones y sentires. Los hombres, quizá por tantos prejuicios, sistema de crianza y exigencias del medio, desarrollamos una serie de temores que ocultamos con diversos mecanismos compensatorios para no dejarnos ver.

Miedo a padecer miedos, miedo a sentirse solos y miedo a fracasar. Esto, bajo la necesidad de ocultar la vulnerabilidad propia de ser humano, y el llanto producto del abandono y de la derrota cuando le niegan un beso. Se trata de una responsabilidad asumida y complaciente, puesto que aún no sabe prescindir de la dosis de cuidado y protección que desde pequeño, le ha brindado una mujer (su madre).

La práctica para la expresión de emociones invita a quitarse la postura de macho héroe responsable de ellas, a no imponer con la voz de emperador, y menos aún, a no tener que pasar pruebas para conquistar. A permitirse expresar incapacidad y sensibilidad introyectando la idea que es digno de pedir ayuda. A reflexionar sobre lo que se quiere mostrar y lo que realmente es.

Comunicar lo que sentimos no nos hace débiles. Por el contrario, evidencia inteligencia y coherencia. Solos no podemos.

5 comentarios en “Los hombres jamás lloran”

  1. Que interesante!! Nos ayudas a ver la realidad a través de comprender el otro , más allá de los imaginarios y los estereotipos sociales, que nos llevan en muchas ocasiones a ser víctimas o victimarios sin darnos cuenta.

  2. También se podría ver desde otra postura… Una niña criada por un papá narcisista que nunca le dio un abrazo o una muestra de cariño, crece siendo una mujer que no puede leer las emociones o la firmeza de un hombre al que le han requerido ser seguro de sí mismo, exitoso, autoritario y un “buen partido”, como dices tú. Y que, ante ese paquete perfecto y completo se sienta que ella no es un buen partido, porque está rota y lo único que le queda es salir corriendo, porque es tan imperfecta que ante esa incapacidad de interpretar al otro se asusta.
    En definitiva, las relaciones humanas son muy complejas por eso de alcanzar los estándares y el no vernos a los ojos y simplemente abrirnos a la posibilidad de amar las grietas del otro, y la vulnerabilidad, que es la dignidad del otro en nuestras manos.
    No existe el amor donde existe el miedo… No puede existir amor en medio del miedo.
    Es hermoso ver la expresión de un hombre que llora sin miedo, porque es feliz o porque le duele; Simplemente es uno de los actos más hermosos que puede sacudir la empatía de una mujer.

    1. Es tan cierto lo que mencionas que se relaciona con la mejor definición de amor que he leído por ahí: Amor es ausencia de miedo, porque si perdiéramos aquello que tanto tememos, no valdría la pena haber luchado tanto por conseguirlo.

  3. Pero también no estoy de acuerdo con encasillar todo en la generalización que da el sesgo del estereotipo.
    ¿Monetizarlo todo?
    Las relaciones transaccionales, competitivas y quien está a la altura de quien…
    Entonces la teoría es que los hombres se valorizan, pero las mujeres no y aún así quieren un príncipe con BMW y mil títulos colgados de la pared. Estoy en la posición de desacuerdo.
    Ver a los hombres como algo transaccional es trivial y no todas las mujeres deseamos a un hombre por un título, lo digo porque me identifico como una. Ted Bundy también era psicólogo, O. J. Simpson un deportista y no los hizo el título. No es garantía de nada. Y también pasamos de ustedes por eso mismo, porque se dan su propio valor por un pedazo de lata con ruedas y no entienden que algunas miramos más profundo.
    Algunas mujeres pagamos nuestras deudas y también podemos pagar la cuenta. Algunas no necesitamos flores, algunas necesitamos un abrazo y queremos dar lo mismo, necesitamos que nos lean el fragmento de un libro para escuchar su voz, algunas no tenemos a donde ir y lo único que queremos es su compañía, algunas no queremos el castillo en el que ustedes viven o las tierras que heredaron de su tatarabuela y el montón de dinero que tienen en la cuenta. Algunas queremos ver las estrellas y que nos abracen, también que nos lleven el bolso. Algunas tenemos la vida desarmada pero todos los días luchamos por construirla y por ser mejores personas. Algunas también nos enamoramos de cómo nos tocan y cómo nos miran… Incluso hasta los días en los que tienen mal aliento, tienen gripa y comienzan a perder el pelo.
    Entonces no, esa es la otra cara también
    La estima de un hombre no puede depender de un pedazo de lata con ruedas y el amor de una mujer por un hombre no debe depender de la misma basura que se volverá a largo plazo.
    Los terremotos derriban casas y sí que lo vi. Todos estaban seguros y de repente las más grandes mansiones se fueron al piso por causa de uno de esos. Entonces imagine en dónde quedaría el amor si fuera meramente transaccional…
    El hombre vale más que su lata con ruedas.
    Gracias por la reflexión.

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