Qué incómodo pensar

Algunas creencias y puntos de vista distorsionados permiten visualizar inicialmente que poseemos aquello que dictamos como propio. Condición fundamental para proceder al siguiente paso: el fuerte deseo de conservar las posesiones. Hecho que conlleva a una resistencia permanente de incurrir en pérdidas, a rechazar nuevas relaciones, conocer lugares, deleitar nuevas melodías, experimentar otros paisajes y negocios que quizá, en otros momentos se hubieran hecho. 

Funciona como un bloqueo de pensamiento evidenciado en la aversión a la pérdida que impulsa a la persona a no hacer cambios, incluso cuando éstos benefician de manera amplia. Aunque pensándolo bien, se trata de un asunto que va más allá. Se trata también de aferrarse a una situación actual como sentarse en el mismo puesto del aula de clases, comprar el mismo jabón porque ese es el bueno, quedarse en la suscripción de la misma revista o en la misma casa porque esa es. 

Lo curioso es que son actos voluntarios y llevados a cabo por decisiones propias, sin necesariamente imponerse desde afuera, lo que constituye un sistema automático bajo el cual se actúa de manera automática y reglas automáticas. Es como si, para pensar de forma diferente, el esfuerzo se hiciera tan insoportable que hay más inclinación a la confirmación que a la crítica y la desconfirmación.

La inercia de conservar las posesiones funciona como la inercia de conservar las creencias que facilitan un menor esfuerzo a la hora de tomar decisiones. Son atajos mentales o caminos más cortos para llegar con prontitud al punto que hace parte de un deseo propio. Incide en la compra de unos zapatos, de un sí como respuesta a una propuesta de compromiso eterno, la ropa diaria que se viste, la pareja que se tiene, las relaciones interpersonales e inclusive, de lo particular que tiene una mirada en una situación. Esto, ayudado de frases que hacen parte del argot popular “relájese”, “la vida proveerá”, “cada día tiene su afán”, “algo resultará”, “lo que sea, lo importante es que llegue”, “otro día será” …

Hace parte de una identidad, de un proceso de socialización y adaptación, de un gueto, una familia, un grupo selecto gobernado por alguien que se dio cuenta de esto y hoy en día, amerita pleitesía. 

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