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Todo para después …

Procrastinar es una palabra que ha existido siempre y hacemos uso de ella la mayor parte del tiempo sin darnos cuenta. Es algo así como “este fin de semana hago ese trabajo” o “mañana madrugo y lo hago bien temprano” casi siempre sin tener éxito en ambas opciones.

Es una falta de autorregulación que induce a la demora voluntaria de iniciar o terminar aquello que tenemos pendiente, más aún, cuando se trata de actividades donde juega un papel muy importante la atención y la concentración. Es como si en ambos casos, nos faltara energía para iniciar lo pendiente por hacer. Lo curioso es que, la que tenemos, la gastamos anticipando una situación peor por no terminarla a tiempo.

Si bien es algo que produce tensión, también va ligado a una estructura de personalidad rígida, obsesiva y rumiante que despierta fuertes cefaleas, activa esquemas de fracaso, sumada a la culpa de sentirse irresponsable, aumentando así la tensión reflejada en el cuerpo. Lo que sigue es la necesidad de “descansar” y, por ende, aumentar la demora en iniciar la tarea.

La procrastinación puede estar orientada a tareas académicas, laborales, entre otras, siendo las dos primeras las más comunes. A veces, puede ser dilatoria o crónica, específica o generalizada. En todos los casos, se construye un círculo auto-engañoso en el que la persona considera que está cansada y requiere descansar, provocándose así su propio cansancio.

La pregunta es ¿y por qué pasa esto?

A veces porque existe la creencia de que, si se aplaza la tarea, se conseguirán mejores resultados al trabajar bajo presión, lo que denota cierta complicidad de la persona al dejar las cosas para lo último.

A veces pasa por querer evitar enfrentarnos con aquello que no nos gusta de nosotros mismos. Esto es, la sensación de fracaso, la baja autoestima y poca confianza en sí mismo.

También pasa porque somos optimistas y sobrevaloramos la capacidad de hacer la tarea con sólo pensar en ella: “mmnn estoy seguro que eso lo termino muy rápido”, que funciona como un pensamiento mágico que da satisfacción y seudo-tranquilidad (recompensa). El viernes programamos para terminarla el sábado, re-programamos para el domingo y, probablemente, la estaremos realizando el lunes cuando el tiempo de entrega se acabó. 

Pasa porque le damos mayor valor a las recompensas en el presente que en el futuro. Pensamos que son más valiosos los cinco minutos de pereza y la seudo-tranquilidad actual, que el disfrute que se podría tener en el futuro si realizamos la tarea ya.

En lo cotidiano pasa que, mentalmente pintamos escenarios catastróficos y, frente a lo que tenemos que hacer, un mar de aburrimiento nos invade. El desgano de iniciar la tarea se convierte en el mejor alimento para posponerlo. Lo cierto es que la procrastinación siempre será algo irracional e injustificado que busca culpables por doquier.

Finalmente, la procrastinación está asociada a una desorganización mental (rumiación) y al uso inadecuado de estrategias cognitivas. Es un enemigo peligroso que impide finalizar nuestras responsabilidades.

Hacer lo que corresponde no invoca milagros. Es cuestión de tomar acciones nos guste o no!!

2 comentarios en “Todo para después …”

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