Cuando hablamos de pensamiento, el concepto nos conduce a reflexionar sobre algo totalmente abstracto que definimos generalmente con sinónimos. Esto es, pensar es analizar, comprender, idealizar, reflexionar, imaginar y otros cuantos más. Lo cierto es que, se refiere a una capacidad humana que tiene que ver con nuestra existencia “pienso, luego existo”.
Los psicólogos cognitivos han definido el pensamiento como un proceso mental superior que permite establecer conexiones entre ideas o representaciones mentales, permitiendo así la toma de decisiones y la solución de problemas, lo que induce a pensar que los problemas se solucionan inicialmente en nuestra mente y luego actuamos para evidenciarlo. Vale la pena apuntar que, generalmente, la gran mayoría de ellos habitan en los pensamientos y no afuera, en el mundo que nos rodea.
Prueba de lo anterior, un importante psicólogo decía que una de las grandes diferencias entre los perros y los humanos, consistía en que los primeros temen a estímulos nocivos reales, mientras que los segundos temen a estímulos amenazantes, tanto reales como imaginados. A veces, inclusive, es suficiente decirle a alguien que le caen mal a ciertas personas para que se inicie un proceso de ansiedad y depresión bastante fuerte. ¡Increíble!
Profundizando un poco más y, quizás haciendo ver la cosa peor, es evidente que también se abusa del pensamiento cuando, no sólo creemos lo que nos dicen, sino que consideramos como verdades absolutas aquello que nos decimos a nosotros mismos. Termina siendo hasta más riesgoso para la salud mental lo que pensamos de nosotros que, lo pensado por los demás. Evidencia de esto son nuestras conversaciones cuando hablamos solos y nos insultamos. De tanto repetirse, termina siendo una verdad que influye en nuestra manera de actuar ante la vida.
Pensar irracionalmente es buscarse problemas consigo mismo y con quienes convivimos, puesto que está directamente relacionado con el estado emocional y la manera de actuar. A veces describimos la realidad de manera catastrófica y dramática, o nos inventamos ciertas necesidades como tener que estar con alguien. En otras ocasiones, obstaculizamos la salida de ciertos problemas saboteando las posibles soluciones, o huyendo de responsabilidades porque pensamos que somos incapaces. La más común forma irracional de pensar es, quizás, cuando usamos suposiciones y las defendemos con orgullo y falsa convicción, tanto, que nos peleamos hasta con nosotros mismos por hacernos creer que son totalmente ciertas.
Otras de las formas comunes de pensar irracionalmente es cuando creemos que, debemos ser amados por todos aquellos que nos conocen o con quienes tenemos contacto. Aún cuando esto se pudiera lograr, siempre estará la preocupación excesiva por aquella persona a quien le disgustamos ¡Ni Dios ha logrado caerle bien a todo el mundo! Sumado a esto, también está el pensamiento de, que se debe ser muy bueno o competente para considerarse valioso y exitoso ¿cómo lograrlo? puesto que ningún ser humano es competente en absolutamente todo, aunque si así lo fuera, todo el mundo debería ponerse de acuerdo para pensar exactamente lo mismo.
El pensamiento rígido y categórico es desgastante: qué pereza estar constantemente buscando argumentos para convencer a la humanidad que estoy en lo cierto y punto. Peor aún cuando considero que es terrible y catastrófico que las cosas no resultan como espero o que la vida es como es; asunto que es bastante ilógico porque no hay razones para creer que el mundo debería ser distinto a como se presenta, pero si hay razones suficientes para darse cuenta que las cosas que nos desagradan son como son.
En general, el pensamiento tiene gran poder para generar malestar emocional e influir en la mayoría de nuestras conductas. De seguro que a veces no lo comprendemos nosotros mismos, por lo que no estamos entrenados para ello y por eso, te queremos dejar cuatro claves que te ayudarán a entender mejor cuándo piensas irracionalmente. La primera es, cuando te creas la necesidad de que alguien o algo debe ser diferente a como es. La segunda, cuando consideras que la primera es horrible, terrible, lo peor, insoportable. La tercera, cuando insistes que no puedes tolerar ni la primera, ni la segunda. Finalmente, la cuarta ocurre cuando crees que las personas que no son como consideras tú, deben recibir un castigo fuerte por ser como no deben ser.
¿Te das cuenta que te conviertes en el autor y mantenedor de tu propio sufrimiento emocional?
Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia cognitiva y magister en psicología. Es docente universitario e investigador en psicopatología, psicología clínica y prevención de la conducta suicida. Fundador y actual director de Promental.
Excelente información, realmente muy
Importante para la transformación de nuestros pensamientos negativos o imaginarios
Y que son la base fundamental de los padecimientos emocionales. A veces, no es tanto lo que sucede, sino lo que interpretamos.
Así es ,sin darnos cuenta nos convertimos en autores de nuestro propio sufrimiento emocional.es realmente un desgaste físico y mental, emocional pensar que debo caerle. Bien a todo el mundo o que los demás deben amarme como soy. Estoy deacuerdo con esa frase que ni ,Dios ha logrado caerle bien a todo el mundo. Aunque suena chistoso y más para los que no creen Enel. Y otra cosa que suele pasar es pretender que los demás se comporten como yo pienso y que mi pensamiento es la última palabra . Y la última verdad. Realmente se vuelve un desgaste , un sufrimiento innecesario. Pues nadie puede cambiar a nadie , cada quien es como es ,nadie va apensar igual que nadie . Ni está bien. Ni está mal solo es diferente . Para evitar ese sufrimiento hay que aprender a aceptar eso .